Antonio Burgueño, el ideólogo del plan que ha incendiado los hospitales, es un director general que no se muerde la lengua
“Soy médico y defensor de la sanidad pública”, empieza su intervención,
micrófono en mano, un trabajador del hospital del Henares (Coslada).
“¿Por qué venden este hospital? ¿Qué le pasa? ¿No es rentable? La
empresa privada que venga tendrá que ganar dinero. Quitará personal,
servicios, pruebas diagnósticas. Usted dice que se están haciendo muchas
cosas mal. Pues caray, vamos a corregirlo entre todos”. Aplausos. En el
salón de actos, frente a decenas de trabajadores cabreados, el director
general de Hospitales de Madrid, Antonio Burgueño Carbonell, aguanta el
tipo. Han hablado médicos, enfermeras... Burgueño, también médico, de
70 años, ha ido respondiendo entre interrupciones y abucheos. A veces no
contesta a las preguntas. Otras no se le entiende. El auditorio arde.
“El Henares no se vende”, corean los asistentes, ya en pie. Burgueño
empieza a caminar hacia la puerta. Le siguen —“¡sanidad pública!”,
“¡fuera, fuera!”— hasta el aparcamiento. Se sube a un coche blanco de la
Consejería de Sanidad y se va. Conduce él.
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